Laila y Roxana, las parrilleras de Pueblo Esther, se consagraron campeonas iberoamericanas en el concurso de la Federación de Asadores y Parrilleros en Colombia. Con ingenio, esfuerzo y sabor, representaron al país y al espíritu emprendedor de las mujeres en el mundo de la cocina a las brasas.
El fuego no sólo cocina, también une. Y en el caso de Las Pibas de los Choris, lo hizo a lo grande: desde la ruta y los fines de semana en Pueblo Esther, hasta lo más alto del podio en un certamen internacional de asadoras y parrilleros en Colombia. Laila y Roxana representaron a la Argentina y se consagraron campeonas iberoamericanas entre equipos de todo el continente. “Nos largamos a llorar en el escenario. Era demasiada la emoción”, contó Laila, aún con la voz entrecortada por el recuerdo.
El certamen, organizado por la Federación de Asadores y Parrilleros de Colombia, reunió equipos de toda Iberoamérica en una competencia con múltiples desafíos: cocinar distintas proteínas, platos vegetarianos, hamburguesas, postres y hasta cócteles… todo a la parrilla. “Nunca imaginamos salir campeonas. Queríamos volver con algo porque había un país entero atrás empujándonos, pero esto superó todo”, aseguró.
Trabajo en equipo… incluso sin conocerse
Las chicas viajaron solas desde Pueblo Esther, sin equipo profesional ni chef invitado. Solo pasión, cuchillos y corazón. Ya en Colombia, sumaron a una cocinera local, a quien apenas conocían. “Nos contactamos con una caleña que una semana antes suspendió un evento en Bogotá para ayudarnos. La conocimos tres días antes del concurso. Fue jugarnos por completo, a confiar”, relató Laila.
La estrategia fue clara: dividir tareas. Roxana, especializada en carnes, se ocupó de las proteínas. Laila, de los platos vegetarianos, guarniciones, postre y cóctel. “Todo fue muy artesanal. No teníamos heladera ni utensilios sofisticados. Hasta pedimos prestados moldes de tarteletas antes de viajar. Pero nos arreglamos y le pusimos el alma a cada plato”.
El postre, una historia de superación
Uno de los grandes logros fue el primer puesto en la categoría postre a la parrilla. “Se nos quemaron las tarteletas justo cuando estábamos entregando el pescado. Teníamos solo una hora. Hicimos todo de nuevo, desde la masa. Salió una torta toffee con cacao colombiano, dulce de leche argentino y frutos secos ahumados por dos horas”, recordó Laila. El resultado: un plato dulce que enamoró al jurado y dejó a todos con la boca abierta.
Pero no fue el único obstáculo. “El primer día llegamos una hora y media tarde. Nos quedamos dormidas. Todos ya estaban con las brasas prendidas y nosotras recién buscando la leña. Casi nos descalifican. Uno de los jueces después nos dijo: ‘Yo no daba ni dos pesos por ustedes’. Y al final, ganamos”.
Cocinar y contar historias
Mientras cocinaban, debían atender al público presente en el evento, responder preguntas, mostrar técnicas, compartir recetas. “Fue como un MasterChef en vivo. Además de cocinar, había que interactuar, y a contrarreloj. Nos marcaban el tiempo y llegaban los runners a buscar los platos para la jura a ciegas. Un nivel altísimo, con 24 jueces de toda Latinoamérica”.
A pesar de la presión, el trabajo en equipo funcionó. “Nos reímos, nos emocionamos, alguna vez nos peleamos… pero lo disfrutamos de principio a fin. Y eso se notó”, dijo Laila.
Más que un premio: un mensaje
El impacto del triunfo fue inmediato. Redes sociales explotadas de mensajes, saludos por la calle, aplausos en los aeropuertos, y un cheque gigante que se convirtió en símbolo. “Nos peleamos con todos los aeropuertos para poder traerlo. Lo llevamos en cabina como un trofeo”.
La victoria también les abrió nuevas puertas: fueron invitadas a sumarse a la Asociación de Parrilleras Latinoamericanas y ya tienen propuestas para ser jurado en un concurso en Tucumán, además de invitaciones a México y Ecuador. “Cuando me dieron ese banner con el nombre de la asociación, se me cayeron las lágrimas. Es un símbolo del empoderamiento femenino en un mundo que históricamente fue de varones”, dijo con orgullo.
El regreso a la ruta
Después del campeonato, la vida continúa. “Este lunes, si todo va bien, ya estamos de nuevo en la ruta, haciendo nuestros choris. No cambiamos eso. Lo que cambió es la visibilidad y las oportunidades. Mucha gente no creía que íbamos a lograrlo. Pero sí se puede. Nosotras cocinamos con fuego, pero también con pasión”.
Con humor, talento y una enorme capacidad de trabajo, Las Pibas de los Choris no solo ganaron un concurso. También encendieron un mensaje: que con esfuerzo, compañerismo y raíces firmes, los sueños no tienen techo. O, mejor dicho, tienen humo… y mucho sabor.
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