Eduardo Gasparutti: “Necesitamos que la comunidad se apropie del club. Que lo sientan propio”

El presidente del Club Atlético Juventud Unida, Eduardo Gasparutti, brindó una entrevista en la que repasó el presente institucional y deportivo de la entidad. Habló sobre el esfuerzo diario para mantener el club, los desafíos en lo económico y deportivo, y el rol de la comunidad en el sostenimiento del proyecto.

En medio de un escenario económico adverso para la mayoría de los clubes, el Club Atlético Juventud Unida (CAJU) sigue siendo un faro de contención social, identidad deportiva y trabajo dirigencial a pulmón en Pueblo Esther. Su presidente, Eduardo Gasparutti, lleva adelante una gestión que prioriza el orden institucional, la transparencia en los números y el sostenimiento de las actividades con recursos limitados. Pero también, con una mirada autocrítica, advierte que no alcanza con lo hecho y que el crecimiento solo será posible si hay más participación y sentido de pertenencia por parte de la comunidad.

En una entrevista extensa y sincera, Eduardo Gasparutti abordó todos los temas que hacen a la vida cotidiana del club: la economía, la infraestructura, el rendimiento deportivo, la formación de jugadores, la falta de recursos humanos y las expectativas de futuro.

“El club está ordenado. No se deben cosas grandes, no hay cuentas impagables, y eso ya es mucho en un contexto como el de hoy. Pero claro que hay cosas por mejorar”, aseguró el dirigente al comenzar el diálogo.

El “estar ordenado” no es un detalle menor. Se trata de uno de los ejes centrales de su gestión: mantener las cuentas claras, evitar deudas innecesarias y priorizar la estabilidad antes que proyectos ambiciosos imposibles de cumplir. “Hoy se puede dormir tranquilo. Ahora sabemos que lo que se debe es mínimo y está programado”, explicó con alivio.

Eduardo asumió la presidencia con la idea de sostener una institución históricamente querida por la comunidad. Y en ese camino, fue clave fortalecer el equipo de trabajo: “Somos un grupo firme que estamos convencidos de lo que hacemos. Nos falta gente, es cierto, pero con compromiso se puede”.

Según explicó, no se trata solamente de recaudar fondos, sino de generar un vínculo más fuerte con los socios y vecinas y vecinos.

“No pedimos que estén todos los días, pero sí que se acerquen, que pregunten qué se necesita, que aporten ideas o tiempo. A veces una mano en una rifa, en un evento, en la limpieza o en una reunión suma muchísimo. El club no es del presidente ni de los técnicos. El club es de todos”.

El aspecto deportivo, por supuesto, también formó parte de la conversación. Reconoció que en fútbol –la disciplina insignia del club– hubo altibajos. “Venimos de una etapa de recambio. En inferiores hay categorías que están muy bien. En primera y reserva se trabaja con seriedad”, destacó. Y agregó:

“Los jugadores son del club, formados acá, con sentido de pertenencia. Eso es fundamental. Ellos lo hacen porque quieren al club, porque tienen historia acá”.

Pero no todo pasa por el resultado. Uno de los puntos que más remarcó el dirigente es la función social de CAJU como espacio de contención, encuentro y formación de valores. “Muchos chicos están acá cuando podrían estar en la calle o frente a una pantalla todo el día. Acá hacen amigos, aprenden a convivir, a respetar, a esforzarse. Eso no se mide en goles, pero es más importante que cualquier campeonato”, aseguró.

Claro que el día a día no es fácil. Los gastos crecen, los recursos escasean y todo cuesta más. Desde el costo de los traslados hasta los materiales deportivos o los sueldos del personal. “Todo aumentó muchísimo. Una camiseta vale una fortuna, ni hablar del traslado a otra localidad o la compra de pelotas. Y hay que pagar la luz, el gas, el agua, sueldos. Entonces se prioriza. Primero lo esencial. No queremos endeudarnos por hacer algo que no podemos sostener”, detalló.

Consciente de que en muchos clubes las crisis económicas empujan al cierre de actividades o incluso al abandono, valora el hecho de que en CAJU todas las categorías y disciplinas estén en marcha: “Tenemos fútbol en todas sus categorías, y también otras actividades. La vida del club no se detuvo. Eso es mucho”.

Aun así, no se conforma. Sueña con mejorar las instalaciones, con tener más chicos entrenando, con poder incorporar disciplinas nuevas o fortalecer las que ya existen. Pero sabe que para eso no alcanza con la voluntad de unos pocos:

“Nos falta todavía para crecer como institución. No por lo deportivo, sino por lo humano. Necesitamos que la comunidad se apropie del club. Que lo sientan propio. Que se enojen si algo no funciona, pero también que vengan a ayudar a cambiarlo. No hay otra forma”.

La entrevista con Eduardo Gasparutti deja entrever una gestión austera, seria, honesta. Con los pies sobre la tierra, pero sin resignar el deseo de mejorar. Conocedor de cada rincón del club, habla con pasión pero también con la calma de quien sabe que el esfuerzo, a la larga, da frutos. “El club está vivo. Respira. Tiene actividad todos los días. Pero para crecer necesitamos más. No más dinero: más compromiso, más participación, más ganas de construir juntos” concluyó.

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