El grupo de running del Polideportivo Municipal crece semana a semana, combinando entrenamiento físico, historias de superación personal y un fuerte sentido de pertenencia. “Más que una actividad deportiva, es un espacio de encuentro”, destacó la profesora de educación física Jorgelina Salvarezza.
El running dejó de ser solo un fenómeno urbano para convertirse en una práctica con identidad propia también en Pueblo Esther. Bajo la coordinación de la profesora de educación física Jorgelina Salvarezza, el equipo que entrena en el Polideportivo Municipal reúne hoy a más de veinte personas que encontraron en este deporte no solo una forma de ejercitarse, sino también de mejorar su salud física y mental.
“Lo que logramos acá es algo distinto: no hay competencia entre los integrantes, se trata de correr por el placer de correr y de estar juntos”, explicó Salvarezza, quien remarcó la importancia de que el entrenamiento sea progresivo y adaptado a las condiciones de cada persona. Los encuentros se realizan los martes y jueves de 18.15 a 20 horas, con rutinas que incluyen trabajos de fondo, pasadas de velocidad, circuitos de fuerza y elongación.
El testimonio de los propios corredores refleja el impacto que el running tuvo en sus vidas. Jorge, uno de los primeros en sumarse al grupo, recordó: “Soy diabético insulino dependiente desde los 13 años y empecé a correr para estabilizar mi enfermedad. Correr me ayudó a mantenerme bien y nunca lo dejé”. Su historia muestra cómo el deporte puede transformarse en una herramienta de prevención y control de enfermedades crónicas.
En el mismo sentido, Iván compartió un recorrido de resiliencia: “Hace cinco años tuve cáncer y después de la operación caí en un pozo muy complicado. Empecé caminando, después corrí 100 metros, un kilómetro… y cuando me di cuenta ya hacía cinco. Esto no es motivación, es disciplina. Si me hubiera movido solo por motivación, habría abandonado a los dos días”.
Manolo, otro de los integrantes, aportó su experiencia de constancia: “Al principio me agitaba a los 50 metros y creí que nunca iba a poder correr. Hoy hice 21 kilómetros. No competimos contra nadie más que nosotros mismos: la próxima meta siempre es mejorar un poquito respecto a lo anterior”.
La inclusión es otra de las características centrales del grupo. “Acá puede venir cualquiera, desde el que ya corría hasta alguien que empieza de cero. Es totalmente inclusivo”, remarcó la profes. La diversidad de edades y trayectorias le dio al equipo un carácter social que trasciende lo deportivo: “Se formó algo genuino, donde nos reímos, compartimos y nos acompañamos”.
Además del aspecto físico, la profesora hizo hincapié en los cuidados: contar con un apto médico, usar calzado adecuado y mantener controles periódicos. “Si alguien quiere bajar de peso, lo primero es el nutricionista; si hay dolores, al médico. Correr es un deporte económico y accesible, pero también exige responsabilidad”, subrayó.
La propia dinámica del grupo se refleja incluso en su identidad: eligieron el nombre “Noctua Running Team”, con una lechuza como símbolo. “Fue todo por votación, paso a paso. Primero el nombre, después el escudo y luego la remera. Es democrático, como todo en este grupo”, contó Iván entre risas.
Las historias que conviven en el equipo dejan en claro que el running en Pueblo Esther no se reduce a preparar maratones ni a medir tiempos. Es, como lo definió una de las integrantes, “un lugar de encuentro que nos representa y nos motiva”.
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