Sabores del Jardín: una historia de amor, masa madre y comunidad

En el corazón de Jardines de Esther, en Pueblo Esther, hay un rincón que huele a café recién molido y a pan recién horneado. Allí, entre aromas dulces y la calidez de su ambiente, Juan y Rocío levantaron “Sabores del Jardín”, un emprendimiento que nació casi por casualidad y hoy es una referencia local en pastelería, panadería artesanal y café de especialidad.

Todo comenzó hace tres años y medio, cuando alquilaron un pequeño local en una galería sin saber exactamente qué proyecto emprender. “Primero alquilamos el local, no sabíamos bien qué hacer. Siempre nos gustó el tema de la comida, a mí me gustaba cocinar de chico, hacer pizza, pan y cosas así. Charlando con la familia surgió la idea de hacer una dietética, tipo almacén natural, y vender un café al paso”, contó Juan.

Sin embargo, la propuesta inicial no funcionó como esperaban. “Con la parte de la dietética nos fue muy mal, porque en ese momento donde estábamos no había nada, era todo verde. Era un barrio en crecimiento, mucha gente ni siquiera sabía que existía Jardines de Esther”, recordó Rocío.

El giro llegó gracias a los propios vecinos, que comenzaron a pedir lo que el local necesitaba ser. “La misma gente nos pedía que saquemos una estantería y pongamos mesas. Nosotros no teníamos pensado tener mesas adentro, pero fuimos escuchando lo que la gente quería. Fue algo que se armó entre todos”, explicaron.

De esa manera, lo que había nacido como una dietética se transformó, sin plan previo, en una cafetería que fue ganando identidad. “No fue que dijimos vamos a poner una cafetería. Fue progresivo, junto con la gente. Hasta que un día los clientes nos dijeron: ‘Chicos, tienen que asumir que son cafetería’”, recordó entre risas Juan.

Con esfuerzo y a pulmón, fueron ampliando el local y sumando equipamiento. Rocío, con su sensibilidad artística, se encargó de los detalles decorativos. “Todo lo hicimos nosotros. Ella pintó las paredes, armó la estética del lugar. Reciclamos materiales, usamos pallets, imaginación y ganas”, contó Juan.

El salto de calidad llegó con la decisión de producir sus propias medialunas y panes con masa madre. “Nos ponía mal tener un buen café pero una medialuna comprada, frizada, como usa todo el mundo. Queríamos tener la mejor medialuna. Así que invertimos en maquinaria y empezamos a producir nosotros mismos”, explicó.

Juan se apasionó por la elaboración con masa madre, un proceso artesanal que respeta los tiempos de fermentación natural. “La masa madre es harina y agua mezcladas, que con el tiempo fermenta y genera un hongo bueno. Nosotros la tenemos hace años, la creé y la mantengo todos los días. Es como un ser vivo”, contó, entre risas, Rocío, quien agregó que en su casa “había frascos de masa madre por todos lados” durante los primeros experimentos.

En Sabores del Jardín, todo es masa madre y manteca, sin químicos ni mejoradores industriales. “No usamos nada artificial. Trabajamos con manteca 100%, que es muy difícil de manejar, pero da otra calidad. Es como se hacía antes”, dijo Juan.

El otro pilar del emprendimiento es el café de especialidad, un concepto que cuidan con el mismo nivel de detalle. “Cada taza lleva un control exacto de gramos, molienda y temperatura. Usamos balanzas de precisión y ajustamos la molienda según el clima. Buscamos la perfección en cada extracción”, explicó Juan, quien además de panadero autodidacta es ingeniero, lo que le permitió aplicar su formación técnica a la gastronomía.

“En Rosario el café de especialidad tiene mucho auge, y nosotros quisimos traerlo al pueblo. Cuando probás un buen café, notás la diferencia. Incluso cae mejor al estómago, porque todo el proceso está cuidado desde el grano hasta la taza”, agregó Rocío.

Pero más allá del producto, lo que distingue a Sabores del Jardín es su espíritu comunitario. “Queríamos que todos se sientan bienvenidos. Que quien venga pueda quedarse tranquilo, leer un libro, desayunar, o venir con chicos y que los chicos no sientan que molestan. Hay juegos, pizarrones, guitarras, y las mascotas también son bienvenidas”, contó Rocío.

La familia, con tres hijos, sabe de qué se trata equilibrar trabajo y crianza. “Nos pasaba que íbamos a desayunar a otros lugares y no había opciones para los chicos. Acá quisimos que sea diferente. Que los chicos puedan estar, que las familias se sientan cómodas, que sea un lugar donde te den ganas de quedarte”, explicó.

En ese mismo sentido, la historia del local también está atravesada por la relación con su clientela. “Hay clientes que arrancaron siendo clientes y hoy son amigos. Entre todos fuimos armando lo que ahora somos”, resumió Rocío.

“Sabores del Jardín” se encuentra en San Juan 2609, en Jardines de Esther. Atiende de martes a viernes de 8 a 12:30 y de 16:30 a 20:30, y los fines de semana desde las 8:30. Los lunes descansan, pero el aroma a pan recién horneado nunca se apaga del todo: es la huella de un proyecto que sigue creciendo, fermentando sueños, con sabor a masa madre y comunidad.