LA GLORIA NO TIENE PRECIO

Por Camila Solari

Hoy con el corazón apretado nos toca decirle adiós a un grande de los grandes. A quien siempre vino a poner el pecho por nosotros, por estos colores, por esta camiseta. En las buenas y en las malas. Hoy se nos fue el tipo que nos sacó de los momentos de oscuridad y nos llevó hasta la gloria máxima.


Difícil tarea la de poner en palabras los sentimientos encontrados, y las miles de anécdotas que, de no ser por él, quizás no hubieran sucedido. Hoy despedimos al más especial. Al que muchos llamaban “viejo zorro” porque siempre sabía lo que hacía.
Miro las fotos de Miguel, su enorme sonrisa, tan mística, tan radiante, y me es imposible no acordarme aquel diciembre de 2023. Rosario se había revolucionado porque casi sin previo aviso Miguel nos había conducido para llegar a la instancia de pelear un campeonato. Y así fue que emprendimos el primero de esos tres viajes inolvidables. Con la fe ciega intacta nos fuimos hacia el norte del país. Y después de esos penales interminables para el infarto en Salta, Central pasó a semis. Y cuando el viejo se acercó al alambrado a darles la mano a un par de canallas, en ese instante lo supimos, lo intuimos, íbamos a ser campeones.
Llegamos al Kempes con la misma fe ciega que era nuestro motor, otra vez fuimos a penales, le ganamos a River y ya estábamos en la final.
Aquel 16 de diciembre Rosario se mudo a Santiago del Estero. Sin importar absolutamente nada nos subimos a un bondi con 50 grados de calor en pleno diciembre, la fuimos a buscar y la trajimos.
Lo veo a Miguel alzando la copa y pienso en ese instante en que el árbitro pita el final del partido en el Madre de Ciudades. Me acuerdo del abrazo con mi familia, con mis amigos, con la gente. Las lágrimas nos desbordaron, y el corazón se nos salía del pecho. Gracias a él fue que vivimos una de las aventuras más increíbles y especiales de nuestras vidas que nos quedó grabada a fuego. Muchos que desde chiquitos íbamos a cada partido, a cada viaje, cumplimos el sueño de ver al club de nuestros amores en lo más alto. Y después, todo fue fiesta y carnaval.
Así fue el Central de Russo. Un Central que vivió miles de alegrías. Un Central que ascendió y renació de las cenizas en 2013. Un Central que recorrió 6000 km en un mes, que ganó clásicos, que lo hizo revolear el saco, que lo hizo correr como loco con un paraguas dado vuelta en plena lluvia, que lo hizo llorar y emocionarse, como el nos hizo llorar y emocionarnos a nosotros tantas veces.
Hoy no te decimos adiós Miguel, sino hasta siempre. Porque la gratitud y el amor del pueblo canalla es infinito, porque tu legado, tu mística, tu amor por este club queda por siempre en nosotros. Los canallas no olvidamos a quien nos dio todo, a quien nos enseñó que la gloria no tiene precio.