La Orden. La lucha por una Nueva Rosario está en marcha.

Scaglia, un hombre marcado por el pasado, se encuentra con el embajador Vaisman y su esposa Verónika en New Dogos. Despues de una conversación cargada de tensiones, comienza a develarse las intensiones del poder opresivo de La Germania Magna

Por Settimo

08 — L1 — El Lehendakari

Ya estaba amaneciendo. Parecía que nunca terminaría esta jornada, y me encontraba muy cansado. Velorio, entierro, bar, alcohol, mujeres, mafiosos y ahora “fachos festejando”. Todo se convirtió en un ambiente eléctrico y tenso por la presencia de Vaisman. Su séquito inquietaba a los comensales no simpatizantes al régimen, lo cual hacía que se retiraran atemorizados.

—¡Traed Champagne!—gritó Vaisman—. ¡Esta noche hay que festejar, pues los hombres de acción viven favorecidos por la suerte!

El último plato acababa de ser retirado de la mesa por Fernando cuando el embajador lo tomó del antebrazo…

—Tráeme dos botellas del mejor champagne que tengas… ¡Mejor aún, una botella para cada mesa!

Vaisman arrebató una botella de una mesa y se dispuso a descorchar la primera de las muchas que traerían. Mientras, los restantes colaboradores se entregaban a enérgicas y locas expresiones con cánticos de acento germano. Vitoreaban a los gritos con sus indumentarias alusivas y sus brazaletes, y hasta algunos sacaban sus banderas que decían:

“Un pueblo, una nación, un conductor” ,

“Sin violencia ni sangre limpia derramada” , decían cínicos, y sarcásticamente aclamaban el “afecto” que le brindábamos nosotros a los posmodernistas.

Vaisman volvió a pararse y, brazo en alto, juró fidelidad a la “Patria común” junto al canciller Chichoni que nos miraba azorado por la enérgica acción. Festejaban la anexión de Euskal Heria , la antigua Vasconia.

—A este tipo ya no lo soporto, la gente afuera se lo quiere comer…—se arrimó diciendo Fernando fastidioso—. ¿Otro café?—preguntó.

—Si, por favor—le contesté—, ¿vos, Marcos?—consulté viéndolo atónito ante semejante espectáculo.

—Si, traeme un whisky doble, sin hielo—remarcó.

—¡Epa! ¿No es mucho?—le dije sorprendido.

—¿Vinimos a distender, no?… —Volteó y le habló fuerte a Fernando por el bullicio—, traé la botella nomás, tenemos para rato acá.

Las noticias del hecho ya salían por todo tipo de medio de comunicación. Diarios digitales, redes sociales e infopantallas viales lo indicaban. Los Rupturistas Discordantes de Vasconia no soportaron el embate de los Posmodernistas invasores; el ataque de éstos fue brutal y muy sangriento.

Los diarios digitales más objetivos decían:

…”La Nación que presidia el Lehendakari Carlos Ibarbia quedó en ruinas, donde se ensayó el poderío de La Orden y sus resultados. Los bombardeos de los drones “MQ-9 Reaper” diezmaron el territorio “chipiando” toda la zona, por medio de gran cantidad de bombas de identificación, combinadas con bombas incendiarias” (…) “El objetivo táctico fue la destrucción total del mismo, ya sea para eliminar el material militar o para desmoralizar al enemigo, y así adosar el territorio “no autónomo” de Vasconia a La Germania Magna”(…)Carlos Ibarbia pudo escapar en ruta hacia el vizcondado de Labourd donde se unen los territorios vascos-franceses sobre los pirineos en la ahora Aquitania”…

*

Carlos Ibarbia fue amigo íntimo del padre de finado Luis Rentería; este era nativo del viejo país vasco. “Don Luis Andrés Rentería Beltrán” , siempre remarcaba su doble apellido pues amaba a su madre, lo conoció a Carlos cuando este solo tenía 13 años y lo adoptó como hermano menor. Ya esa edad, Ibarbia siempre se manifestó por la libertad e independencia de Vasconia. Juntos lucharon muchos años por su autonomía conseguida. Después de eso, Don Luis partió para estos lares.

Carlos, llegó a ser líder de esa nación, aunque fue robada su paz en varias sucesiones, siempre pudo recobrarla pero esta vez creo que fue su última, y tardará mucho en volver a recuperarla.

A Don Luis le habían otorgado la insignia de la Cruz del Árbol de Guernica, una cruz griega, en oro y esmaltada en rojo. En su anverso podía leerse “Beti zutik” (Siempre de pie).

De jóvenes, con Luisito (así lo llamaba él), le pedíamos a Don Luis que la bajara de la repisa en la que la guardaba para solo observarla. Era un gran tesoro para nosotros, jamás contó por qué se la dieron.

*

En el bar seguía la gente cantando eufórica con loas al regimen. Marcos, venía desde la barra unido a Fernando abrazados, los dos con otra botella, los dos bebiendo whisky sin moderación; afuera, comenzaron a llegar militantes Discordantes a La Orden para manifestarse en contra…; para completarla, detrás mio, apareció el Negro en el salón principal. Advertí que estaba totalmente ebrio y con lápiz labial en su cuello…; una mezcla explosiva que no iba a terminar bien.

Abrochándose el cinto pegó su gritó como suele hacerlo:

—Eh!…. ¿Y estos qué cantan?…

Nos miramos con Marcos y supimos que el tono usado en esa frase daría comienzo un diálogo no muy cordial por parte del Alcalde.