Jeremías Paniagua y Fabricio Cipollone, jugadores de la primera del Club Atlético Juventud Unida, hablaron con Eros Scopponi sobre el cierre del semestre, el esfuerzo compartido y los sueños cumplidos. El equipo ya entrena pensando en la segunda mitad del 2025.
En el regreso a los entrenamientos tras el breve receso, el plantel de CAJU puso primera de cara al segundo semestre del año. Con la pretemporada en marcha, Eros Scopponi estuvo presente en una de las prácticas y dialogó con dos protagonistas del último tramo del campeonato: Jeremías Paniagua, surgido de las inferiores del club, y Fabricio Cipollone, uno de los refuerzos llegados desde Rosario.
Jeremías, de apenas 18 años, debutó este año en la primera división del club que lo vio crecer. “Me sentí muy cómodo desde el primer momento. Los chicos me integraron enseguida. Enzo, Luca, todos me invitaron a comer, me sumaron al grupo. Eso me ayudó muchísimo”, relató con entusiasmo el joven defensor.
El debut llegó en un partido clave frente a Atlético Empalme. “Estaba muy nervioso antes de entrar, pero una vez que comenzó el partido, me concentré y los nervios se fueron. Fue un partido duro, íbamos 2 a 0, pero después se nos complicó. A pesar del empate, me fui contento porque era un paso muy grande para mí”, contó.
Consultado por la clasificación del equipo a los playoffs, algo que CAJU no conseguía desde hacía varios años, Paniagua no dudó: “Fue una alegría inmensa. Sabíamos que hacía mucho que no se lograba, y cuando el árbitro pitó el final fue un alivio enorme. Lo vivimos con mucha emoción”. Con los pies en la tierra, agradeció a su familia y a su pareja por el acompañamiento constante.
El otro testimonio fue el de Fabricio Cipollone, delantero rosarino de 24 años que llegó al club en el último mercado de pases y que rápidamente se ganó un lugar en el plantel. “Desde el primer día me sentí muy bien. Los chicos me trataron excelente. El cuerpo técnico me dio la oportunidad, y pude aprovecharla”, aseguró.
Cipollone destacó su adaptación al grupo y recordó con emoción su primer gol con la camiseta de Cajú: “Me había quedado una espina por dos situaciones que no pude concretar antes. Pero después, ante Independiente, por suerte se me dio. Fue una alegría enorme”.
Sobre el esfuerzo que implica entrenar viajando desde Rosario varias veces por semana, respondió con humildad: “Lo hago con gusto. Quiero aportar desde donde me toque. Sé lo que representa este club para mucha gente, y eso me da más ganas”.
La clasificación a los playoffs también fue un momento especial para él: “Sabíamos que era algo muy esperado. Cuando terminó el partido en Juan Rivera, fue un desahogo total. En el vestuario fue una locura, todos felices. Después, llegar al club y ver a la gente festejando fue emocionante”.
Ambos jugadores coinciden en que este semestre dejó sensaciones positivas y muchas ganas de seguir creciendo. Jeremías simboliza el sueño de los chicos del club que luchan por llegar a primera, y Fabricio representa la entrega de quienes llegan desde otros lugares para sumar con compromiso.
CAJU arranca este segundo semestre con la motivación renovada, impulsado por el esfuerzo colectivo, los frutos del trabajo a largo plazo y la ilusión de seguir haciendo historia. Con referentes jóvenes y comprometidos, el camino parece estar bien trazado.