En una entrevista con Quique Pesoa, Juan Carlos Singereisky repasó el trabajo comunitario que llevan adelante en la Casa de la Cultura de Pueblo Esther, la situación actual de la radio FM 102.3 y los ataques que han sufrido como parte de una construcción política y social alternativa. Reflexión, compromiso y la certeza de que el involucramiento ciudadano es la única respuesta frente al avance de la violencia y la exclusión.
La charla entre Quique Pesoa y Juan Carlos singereisky, no fue una entrevista más. Fue, en cambio, una conversación entre dos personas que se reconocen en una forma de ver el mundo, una forma de habitar el territorio desde la palabra, el hacer, el compromiso y la memoria. Moncho, referente de la Casa de la Cultura de Pueblo Esther y de Radio Enlace FM 102.3, relató con claridad y profundidad el complejo entramado político y social que atraviesa a su localidad y al país.
Lo primero que surgió fue una denuncia: el frente de la Casa de la Cultura fue nuevamente atacado. Esta vez, arrancaron carteles de agradecimiento a la comunidad luego de una elección donde singereisky obtuvo una banca en el Concejo Deliberante, y destruyeron las cámaras de seguridad del lugar. No es la primera vez. “Hace dos años nos apedrearon la radio, y antes tiraron alquitrán. Es evidente que hay sectores a los que lo que estamos construyendo no les gusta”, expresó.
Ese “lo que estamos construyendo” se traduce en acciones concretas: un comedor, apoyo escolar, talleres con salida laboral, actividades culturales y una radio comunitaria que abre micrófonos a voces silenciadas. También se traduce en una concepción política que molesta: la de trabajar con y para el pueblo, sin intermediarios, sin promesas vacías. “En el cierre de campaña había pescadores, científicos, trabajadores, desocupados. Esa transversalidad es lo que molesta. No les conviene una forma de hacer política que no sea la de la dádiva o el aparato”, explicó.
La radio, que transmite en el 102.3 del dial, es uno de los brazos fundamentales del proyecto. Se sostiene con lo justo: algunos aportes publicitarios de vecinos y comerciantes, más una parte del sueldo de la concejala actual del espacio. La programación es variada, pero siempre con un mismo norte: la participación, la información crítica y el trabajo comunitario. “Tenemos un noticiero a la mañana, programas de salud, de música popular, espacios donde se busca empoderar al vecino. Pero claro, eso también incomoda. Hay sectores que preferirían que nada de eso exista”, dijo.
En la conversación, también hubo tiempo para abordar la situación política provincial y nacional. Moncho fue crítico con el accionar del gobierno de Maximiliano Pullaro en Santa Fe, al que acusó de impulsar reformas procesales que vulneran derechos. “Aumentaron los plazos de detención sin comunicado, lo que es gravísimo. Entiendo que hay una preocupación por la seguridad, pero eso no puede justificar el autoritarismo”, subrayó.
Respecto al gobierno nacional, fue claro: “Tenemos un presidente que desprecia a los jubilados, a los médicos, a los docentes, a los discapacitados. Ese discurso habilita a otros a actuar en consecuencia. Es peligroso. Pero eso no significa que estemos en una dictadura. Hay que tener mucho cuidado con las palabras. Esto es una crisis democrática. En la dictadura te desaparecían. Hay que explicarles eso a los más jóvenes”.
La preocupación por el avance del narcomenudeo también estuvo presente. La cercanía de Pueblo Esther con Villa Gobernador Gálvez y Rosario hace que el problema sea tangible. “Lo que se hizo en Santa Fe fue reordenar las bandas. El negocio sigue igual. Reubicaron, no erradicaron. Y eso nos afecta, porque el narcotráfico desestructura el tejido social”, alertó. En ese sentido, reivindicó la importancia de construir espacios de participación para las juventudes. “Nosotros tenemos muchos años de trabajo, de trabajo real, barrial. Cuando le ofrecés algo verdadero a la gente, se acerca. Incluso en medio del desastre. La gente necesita participar”, reflexionó.
Consultado sobre la relación con los gobiernos, fue categórico: “De la provincia no recibimos ningún apoyo. Hay representantes políticos del oficialismo que no quieren saber nada con nosotros. A nivel local el vínculo es más formal, pero tampoco hay aportes reales. Nos sostenemos como podemos, con mucho esfuerzo”.
Juan Carlos cerró la charla con una mirada esperanzada, aunque lúcida: “Pueblo Esther todavía es una ciudad chica. Estamos a tiempo de organizar algunas cosas antes de que sea demasiado grande y se vuelva más difícil. Creemos que se puede hacer algo distinto. Pero para eso hay que estar. Y nosotros estamos”.
La experiencia de la Casa de la Cultura y Radio Enlace es una muestra viva de lo que implica construir desde abajo. En tiempos donde la violencia y la desidia se imponen desde los discursos dominantes, sostener espacios colectivos, comunitarios y críticos se vuelve un acto profundamente político. Y también profundamente necesario.
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