El rey topo

Por Gustavo Colacurto

Es importante entender ante todo, que Milei es un ser (Humano) , podrían tal vez Sigmund Freud, Iván Pavlov o Jean Piaget padre de la psicología evolutiva explicarnos mucho mejor que la psicología humana es una laberinto sorprendente, que muchas veces presenta salidas de la mano de cualquier recurso, de ser necesario , la imaginación por ejemplo, es un puente recurrente para crear un mundo de ficción, permitiéndole creerse un Mesías amparado por las fuerzas del cielo o “el gladiador” y su historia mística con Conan, el perro con el que suele charlar sobre el destino de nuestro país, según él, contó que se conocieron hace 2000 años, en el Coliseo romano, ya sea que su ficción mental lo lleve a creerse un León o un rey topo que vino a romper el estado, no son más que recursos mentales de alguien que claramente, no debería estar gobernando nuestro destino como país.

“Según el sociólogo Marcos Domínguez, expresa que la herida narcisista conlleva la negación de que en el sinuoso “pan y queso” del fulbito argentino, nadie te elija para su equipo”.

Por esto Milei optó por buscar aplauso fácil y reconocimiento “allá en el exterior”, donde todavía es un personaje llamativo. Un “speaker” globalista. Un fenómeno que ningún país del mundo -excepto Argentina- tiene que padecer en el gobierno. Los misioneros pueden dar testimonio de esto.

Imponer la pedantería de la superioridad intelectual como plan de gobierno tiene un límite crudo: la realidad, que sigue siendo el hecho maldito del país ideologista. La pregunta entonces no es por la capacidad de aguante ni de la casta, ni de Milei. La pregunta es por la capacidad de aguante de la sociedad argentina. No hay ninguna normalidad a la que volver, de modo que la dirigencia de hoy está condenada a diseñar políticas para resolver las demandas de hoy. Políticas económicas, sociales y de relaciones internacionales adecuadas para el presente y el futuro, descartando la idea de un regreso a un pasado idealizado, idea que también conduce las ínfulas liberales.

La dirigencia peronista en particular, está condenada a retomar la senda doctrinaria para revitalizarla, o perecer. Como sostenía el fundador en Conducción política: una doctrina hoy excelente puede resultar un anacronismo dentro de pocos años, a fuerza de no evolucionar y no adaptarse a las nuevas necesidades.