La Orden. La lucha por una Nueva Rosario está en marcha.

El brutal asesinato de Luis, su esposa e hija desató una crisis en Nueva Rosario. Mientras los medios manipulan la opinión pública, el alcalde lucha por mantener el control y enfrentarse a La OCS, desafiando a un sistema corrupto que amenaza con desmoronar a todos. Aún así, se necesitaba respirar despues del o sucedido.

Por Settimo

05 — L1 — Noche caliente

Cuando llegan las noches de diciembre en Nueva Rosario se te alarga el día, te invita a quitarte horas de sueño, y por la Av. Pellegrini el aire templado del Rio Paraná que subía desde el este lo hacía.

La botella goteaba placer de ser bebida, el clima invitaba a pasarla bien. La salida era para descomprimir y gracias a Dios, en “NewDogos” , como lo llamaban ahora, habían conseguido mantener los viejos sabores de la cerveza original de nuestros tiempos.

Al Negro lo queríamos mucho, ahora de grande lo vemos ahí, manejando un conglomerado institucional y político que jamás pensaríamos que podría llevar de esa forma.

Le gustaba la birra, pero más les gustaban las dos chicas que tiraban las cervezas… “Las Adrianas” , así les decía, pues ambas socias gozaban de mismo nombre.

Cuando nos juntábamos dejaba de ser alcalde y se convertía en un “Ninja depredador”, tal vez su “grandiosa” fama lo convirtió en lo que es. Circularon fotos de él, pero siempre las negó.

Las Adrianas eran las dueñas del Bar, una morocha y la otra rubia, dos mujeres que despedían brillo y quemaban como el sol al moverse. Desde nuestra mesa, Andrés no paraba de mirarlas y ellas a él. Las dos mujeres servían cervezas en una danza sensual que desmayaba a más de uno, sobre todo en el “happy hours” donde, en su acting tradicional, salían detrás de la barra para bailar e invitarte a hacerlo con ellas.

—Pará un poco, Negro—le dije.

—¡Pero mirá cómo se mueven!—decía mientras meneaba los hombros al ritmo de la melodía sentado en su silla.

Tenía razón, el baile era para él. Se decía que estuvo con ambas, jamás contó nada, todo un caballero, aunque de seguro ellas la pasaron muy bien. Se hacían apuestas en torno a con cuál de ellas estuvo primera. Los más osados decían que con las dos juntas, las miradas y risas que le tiraban indicaban que sí. Me ponían incómodo y a Marcos más aun. Andrés sonreía y aplaudía el baile como un niño en su fiesta de cumpleaños.

—¿Jefe, usted está viendo lo que yo veo?—mencionó Marcos.

—Si…—contesté.

—Me refiero ahí, al final del pasillo…

—¿Cómo? ¿Qué cosa? —Marcos me marcó con su índice muy sutilmente.

Detrás de las chicas, separado y sentado en una mesa solo junto a tres patovas claramente armados estaba el “Sr. Scaglia” , el ex “capo” del Distrito de La Séptima de Nueva Rosario. Nos observaba fumando sus típicos habanos.

Diego Scaglia , era otro personaje reconocido en Nueva Rosario. En su momento, llegó a dominar casi toda la ciudad. Alcohol, juego, prostíbulos y algo de drogas, aunque no de esas duras que te liquidan en una semana, decía que al cliente siempre había que cuidarlo, odiaba a los Dealers que ahora vendían “quelle merda” , remarcaba en su dialecto nativo. Descendiente de inmigrantes italianos que vinieron escapando del horror del viejo continente fue “adoptado” por el Distrito de La Séptima , una de las zonas más bajas y pobres de la ciudad. Abandonado por su madre adicta al “Fenta” , quedó a merced de su suerte entre odios y rencores tal vez mal adquiridos. Así, se convirtió en el Sr. Scaglia, apodo que recibió de adolescente y lo tomó para mostrar un tinte mafioso de caporal. Un gran líder bárbaro, un hombre que sitúa la lealtad y la familia en lo más alto de la lista de virtudes, que tiene código de honor y decoro pero que fue el más cruel de los delincuentes.

Dicen que tiene más vidas que un gato, sus cicatrices hablan, la última vez que supe de él fue cuando se rebeló contra La OCS hace unos años.

…“Mafioso sì, ma la libertà è per tutti….nel bene e nel male”, decía.

En su desavenencia, terminó cocido a balazos y arrojado al Paraná desde un Aeromóvil a casi 30 metros de altura hace unos años, pero parece que todavía no se tenía que morir, tal vez no quiere llegar a ese lugar donde mandó a tantos.

En ese hecho, perdió su poder y a su esposa al darle un ataque cardíaco al enterarse y pensar de que él había muerto. Desde ese momento mantuvo un odio extremo a La OCS, se dice que estuvo implicado en los extraños hechos ocurridos, semanas atrás, en el edificio de la Fundación Refundar , grupo multimedio aliado a La OCS. La investigación del extraño hecho sigue, pero estos mismos damnificados taparon el siniestro de excelente forma, aludiendo problemas de suelo y errores edilicios de construcción en las cimentaciones.

Cruzamos miradas y levantó su copa a modo de respeto, hice lo mismo.

El mozo caminaba extrañamente de un lado para otro con todo su cuerpo sudoroso. Fernando era un poco “corto”, tímido pero muy servicial, a veces un tanto molesto. Se acercó a Andrés.

—¿Le traigo otra, alcalde?

—Dale, pero negra… las “Rubias” no me gustan tanto—decía fuerte mientras le guiñaba el ojo a la blonda y seguía aplaudíendo mientras la danza de las chicas terminaba.

—No traigas más—le dije en voz baja a Fernando por detrás de Andrés—, si el Negro arranca no para más y tengo que cuidar su imagen.

Eran las 3 de la mañana. Después del baile se acercó la Morocha para servirnos otra cerveza y salió el tema cuando preguntó cómo iba el caso del concejal.

—Lo tenemos en la mira—le dijo.

—Cuidesé, alcalde, lo queremos todo completito, ni un centímetro más, ni uno menos…—contestó sonriendo.

La Morocha se fue caminando para la barra cruzando miradas cómplices con la Rubia. Volteó y pegó un salto para sentarse sobre esta, giró como un felino sin sacarle los ojos a Andrés y cayó del otro lado, jamás perdió el equilibrio con su bandeja en mano.

La noche estaba calurosa y en el bar se sentía el infierno.