En su columna de salud animal, la médica veterinaria Ornella Rubino abordó el origen evolutivo y la domesticación del perro y el gato para comprender mejor sus conductas actuales, especialmente aquellas relacionadas con la alimentación y el vínculo con los humanos.
¿Cuánto sabemos realmente de nuestros animales de compañía? ¿Cómo llegaron a compartir el sillón, la cama o la rutina diaria con nosotros? ¿Y qué conductas de hoy pueden entenderse si miramos atrás en el tiempo, miles de años atrás?
En su última participación radial, la médica veterinaria Ornella Rubino propuso desandar ese camino: el de la historia evolutiva y conductual de los perros y gatos, para entender mejor sus comportamientos actuales y adaptar los cuidados —especialmente la alimentación— de una manera más consciente.
De lobos a compañeros: la domesticación del perro
El perro es, sin dudas, el primer animal domesticado por el ser humano. Se estima que ese proceso comenzó entre 18.000 y 32.000 años atrás, cuando lobos más dóciles comenzaron a acercarse a los asentamientos humanos en busca de alimento. Esta convivencia inicial fue progresiva y basada en un beneficio mutuo: los humanos se deshacían de restos de comida, y los lobos, a cambio, ofrecían vigilancia, protección y compañía.
Con el paso del tiempo, los humanos comenzaron a seleccionar a los individuos más sociables, y así surgió el perro tal como lo conocemos hoy. “Una diferencia fundamental con el gato es el tiempo de domesticación: los perros llevan milenios conviviendo con el ser humano, mientras que los gatos se acercaron hace unos pocos miles de años”, explicó Rubino.
Esa antigüedad en la relación con los humanos marcó al perro profundamente. No solo en términos de conducta, sino también a nivel físico y metabólico. Por ejemplo, su estómago es grande y está diseñado para comer en grandes cantidades, tal como lo hacían sus ancestros lobos luego de cazar una presa. Esto explica por qué muchos perros comen vorazmente, incluso cuando parecen ya estar saciados: su instinto les dice que no saben cuándo será la próxima comida.
Además, los perros heredaron del lobo su rol de cazador en manada. Aunque hoy vivan con humanos, su naturaleza sigue siendo social y jerárquica. Esto se refleja también en cómo se vinculan con su familia humana y por qué se sienten más tranquilos cuando perciben que todo el entorno está “en orden”. “Esa sensación de seguridad que sentimos cuando vemos a nuestro perro dormir plácidamente, también es ancestral. Si el perro duerme, es porque no hay peligro”, explicó Rubino.
Un dato que asombra: los perros comparten el 99,8% del material genético con el lobo. Lo que los separa de sus ancestros no es tanto el ADN, sino miles de años de convivencia, selección y domesticación guiada por el ser humano. Aun así, muchas conductas persisten: los perros siguen siendo carroñeros, pueden comer materia en descomposición, restos de otros animales o incluso materia fecal. Aunque esto nos desagrade, es parte de su herencia biológica.
Alimentación: carnívoros facultativos y la importancia de una dieta adecuada
La veterinaria también explicó que, desde el punto de vista nutricional, los perros son considerados carnívoros facultativos: es decir, su fisiología está diseñada para alimentarse de carne, pero pueden sobrevivir con dietas que no la contengan (aunque con limitaciones). Esto no significa que sea ideal prescindir de las proteínas animales en su dieta. “Pueden sobrevivir, sí, pero no vivir con calidad”, advirtió Rubino.
Además, puntualizó que los perros de talla grande mantienen conductas más parecidas a sus ancestros, como la tolerancia a los ayunos o la necesidad de grandes volúmenes de comida. En cambio, los perros pequeños —resultado de una selección artificial más reciente— tienen digestiones más delicadas y una mayor demanda calórica proporcional a su peso.
El gato: semidoméstico, solitario y aún cazador
A diferencia del perro, el gato es un animal semidoméstico. Su proceso de acercamiento al humano comenzó hace aproximadamente entre 4.000 y 10.000 años, cuando las primeras comunidades agrícolas descubrieron que estos felinos cazaban ratones y protegían los granos almacenados. “Fue una relación de conveniencia, pero mucho menos intencionada que la del perro. El humano no domesticó al gato, el gato eligió acercarse”, detalló Rubino.
Esa diferencia explica buena parte del comportamiento que observamos en los gatos actuales: su independencia, su tendencia a no acatar órdenes, su manera de relacionarse con el entorno sin necesidad de complacer al humano. “Los gatos son cazadores solitarios y oportunistas. Cazan presas pequeñas, como roedores o insectos, y se alimentan varias veces al día en pequeñas cantidades”, dijo la especialista.
Rubino reveló que un gato puede llegar a comer hasta 28 veces al día. Tiene un estómago pequeño y no tolera bien el ayuno prolongado. Su conducta alimentaria está marcada por su instinto de cazar, comer poco, descansar y repetir. Este ciclo se repite en la naturaleza y también en la vida doméstica.
Por eso, en los gatos, los comederos automáticos o dejarles alimento disponible a lo largo del día no solo no está mal, sino que es una práctica alineada a su comportamiento natural. También explicó que los gatos se hidratan mayormente a través de la carne fresca —como lo harían con una presa—, por lo que las dietas húmedas o crudas (bajo supervisión veterinaria) pueden ser beneficiosas.
El vínculo humano-animal: una construcción milenaria
Más allá de lo biológico, Rubino destacó que comprender la ancestralidad de nuestras mascotas ayuda a construir vínculos más respetuosos. “No son bebés ni juguetes. Son animales con una historia evolutiva compleja, con necesidades distintas a las nuestras, y con comportamientos que no siempre vamos a entender desde una mirada humanizada.”
Entender que un perro necesita estructura, rutina, compañía y límites. O que un gato necesita espacio, autonomía y respeto por su decisión de cuándo vincularse, es parte de ese proceso. Y también lo es ofrecerles una alimentación acorde a su especie, y no solo lo que a nosotros nos resulta más cómodo o económico.
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