En una nueva entrega de su columna sobre rock nacional, Martino Prece Scocco repasó la historia de Los Piojos, el regreso de la banda a los escenarios, la emoción de sus shows y las historias detrás de sus canciones más emblemáticas. De Ciro como alma del grupo a las colaboraciones con León Gieco y homenajes a los caídos en guerras, una mirada generacional a una banda que dejó marca.
En la columna musical que cada semana ofrece Martino Prece Scocco en nuestro programa, esta vez fue el turno de repasar el recorrido, la historia y el presente de una de las bandas más queridas del rock nacional: Los Piojos. Con datos, anécdotas y análisis que combinan pasión adolescente y conocimiento preciso, Martino propuso un viaje por los comienzos, los discos más representativos y el emotivo regreso de la banda liderada por Ciro Martínez a los escenarios.
Nacida a fines de los años 80 en El Palomar, la banda se consolidó con la llegada de Andrés Ciro Martínez, primero como armoniquista y luego como voz principal. Su nombre, contó Martino, proviene de una canción de Fabián Acantilo y su salto a la popularidad tuvo un empujón clave: fueron votados por el Indio Solari como banda revelación en el Suplemento Sí de Clarín. Un gesto que marcó para siempre la historia de Los Piojos, agradecido por la propia banda en sus shows finales antes de su separación.
En 1992 salió su primer disco Chac Tu Chac, seguido por Ay Ay Ay y el influyente Tercer Arco, con un concepto estético que marcó tendencia: el color de cada disco. “Se dieron cuenta mirando pastillas de colores”, relató Martino con una sonrisa. Así llegaron el Azul, Verde paisaje del infierno, y el mítico Ritual, grabado en vivo, cuyo nombre surgió de una línea en la canción Wopapapa: “Miles de almas en un ritual sin alma”.
Además del repaso cronológico, Martino abordó el costado más emocional y personal del grupo. Contó la historia detrás de la canción Muy despacito, dedicada al padre de Ciro, médico endocrinólogo que sufrió depresión. El relato de esa visita al hospital psiquiátrico y el pedido de Ciro al chico internado que solo le pidió la mano, conmovió a los presentes. “Ciro nunca pudo tocar esa canción sin quebrarse”, dijo Martino.
Los shows del regreso, entre ellos los cinco estadios únicos en La Plata y las presentaciones en Rosario, Mar del Plata y Córdoba, dieron cuenta de la vigencia del ritual piojoso. Con invitados de lujo como León Gieco (con quien interpretaron Pensar en nada, de Pappo) y guiños a los fans como la participación de sus hijos en el escenario, Los Piojos reactivaron una comunidad de fieles que esperó 15 años por su regreso.
También hubo espacio para hablar del activismo sutil de la banda, que en su vuelta dejó entrever una posición crítica con el presente político, modificando en vivo la letra de una canción: “Tantas mentiras, tantas criptomonedas, tanta libertad”, en alusión a las políticas del actual gobierno.
Martino, que asistió a uno de los rituales en La Plata, cerró con una confesión: “Desde ese día escucho todos los días un tema de Los Piojos. Me hice fan. Ciro es mi cantante favorito”. También compartió la historia detrás de una musa pelirroja de ojos supuestamente grises, a quien Ciro le dedicó al menos cuatro canciones. Cuando finalmente le contó por redes, ella le respondió: “Mis ojos son verdes”.
El intercambio entre generaciones —madre e hijo compartiendo recitales, canciones y recuerdos de la juventud— también tuvo lugar en el estudio. Un legado emocional que se transmite con la música como puente. En palabras de Martino: “Vivirlo en familia fue un orgullo”.
La columna cerró con el anticipo de que en los próximos shows, Los Piojos estrenarán un nuevo tema. ¿Será la puerta a un nuevo disco? Los rituales, por lo visto, están lejos de terminar.
Nota completa: