Música en resistencia: cuando el escenario también es trinchera

La columna de Martino Tecce Scocco repasa los gestos políticos y de solidaridad de artistas en tiempos de tensión social. Desde la amenaza de bomba en el recital de Lali hasta los mensajes de protesta en el Cosquín Rock, el universo musical vuelve a plantarse como espacio de denuncia, defensa colectiva y memoria.

“Hoy no vamos a hablar sólo de rock, pero sí vamos a hablar de artistas. Y de algo que el arte siempre supo hacer: decir, resistir, marcar la cancha.” Así arrancó esta semana la columna de Martino Tecce Scocco en Radio Enlace, trazando un recorrido por los gestos políticos y culturales que atravesaron a la escena musical en las últimas semanas.

Todo comenzó con lo sucedido en el show de Lali Espósito en San Juan. Minutos antes de salir al escenario, una amenaza de bomba obligó a evacuar el lugar. El mensaje, plagado de odio político y violencia machista, buscaba silenciarla. Lali decidió hablarlo: “No sabía si mencionarlo, pero no quería dejarlo pasar. Estos discursos de odio le arruinan la vida a la gente”. A pesar del susto, la cantante volvió al escenario, con el público acompañando desde dentro y fuera del predio.

La historia se enlaza con una serie de posicionamientos públicos por parte de distintos artistas contra los ataques del presidente Javier Milei hacia músicos y músicas. Lali no fue la única: María Becerra, Milo J, Nicki Nicole y hasta artistas internacionales como No Te Va Gustar también han sido parte del cruce. En el Cosquín Rock 2025, varias bandas sumaron frases, gestos y cambios de letras en repudio al mandatario y en defensa de sus colegas.

Los Gardelitos, banda de fuerte raíz peronista, se manifestaron con claridad: “No queremos fachos en nuestros shows. Cancelamos entradas si hace falta”. Recuperaron, además, la idea del rock como trinchera, como espacio político de lucha, de memoria y de identidad. Algo que, según Tecce Scocco, “no es nuevo, pero hoy se vuelve urgente”.

Otros nombres como Dillom, Santiago Motorizado, Joaquín Levington (Turf), Los Piojos también dejaron en claro su postura desde el escenario. En muchos casos, sin necesidad de discursos largos: una frase, una letra modificada, una imagen, alcanza para construir un mensaje colectivo.

“El que se mete con una, se mete con todos”, repitieron varios. Porque la música no es neutra, y tampoco pretende serlo. En un país atravesado por la crisis, los recortes, la violencia simbólica y el odio ideológico, los escenarios se convierten en lugares de resistencia, de denuncia, de comunidad. Como dijo Martino: “El rock siempre fue político. Y hoy, más que nunca, vuelve a demostrarlo”.

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