¿Cómo pinta el futuro?

Para visualizar el futuro hay que descifrar el presente en la búsqueda de pistas. Nuestra época tiene características peculiares, es liquida, en movimiento, desconcertante, sin certezas. Vivimos en un sistema fisurado, en crisis. Por sus grietas se cuelan escenarios que descolocan.
Uno de ellos es la guerra, Rusia-Ucrania que sumada a las tensiones Estados Unidos-China, arriesga hacer saltar por los aires el mundo entero, incluido el nuestro. En la pugna se dirime la alternativa entre un orden mundial unipolar, con hegemonía de EE.UU. y un orden multipolar propulsado por Rusia y China que prevé la participación de todos los países en un plan de una supuesta mayor paridad.
Esta rivalidad ya se vislumbraba antes de la pandemia que mientras nos colocaba en un estado de “suspensión” aceleraba fenómenos que están cambiando nuestra vida.
La irrupción de la tecnología informática y de la Inteligencia Artificial van modificando profundamente las relaciones sociales, los ámbitos del trabajo y de la educación. La despersonalización avanza, ya no se habla con personas sino nos topamos con grabaciones, se modifica profundamente la comunicación entre seres humanos y se disuelve el sentido de lo colectivo remplazado por comunidades virtuales constituidas por individuos aislados conectados sólo
por pantallas.
Durante la pandemia fue aumentando la pobreza pero también la riqueza y su concentración en pocas manos. Las cifras hablan de una profunda inequidad: el 13% de la población del planeta posee actualmente el 86% de la riqueza mundial. El 53% en cambio posee sólo el 1,1%. En el reparto por zonas geográficas las desigualdades persisten. La riqueza se concentra entre América del Norte y Europa, 57%. A América Latina le toca el 2,7%.
Los problemas se van acumulan en un planeta en franco deterioro pero no parecen tener respuesta ni solución a la vista, lo cual provoca en las sociedades de los distintos países apatía, depresión, enojo, odio, violencia. Se descree de todo desde los políticos hasta la política, las instituciones, el sistema, creando un caldo de cultivo que puede eclosionar en protestas y enfrentamiento como en una París de barricadas incendiadas o en seguir engañosos cantos de sirenas que no resuelven sino agravan situaciones. Expresiones todas de un malestar cuyas distintas manifestaciones pueden llevar a consecuencias impredecibles.
A partir de este presente el futuro no parece pintar bien. Sin embargo en toda época oscura de crisis casi terminal, se van gestando mundos nuevos.
La historia lo confirma.