En el Día del Bombero Voluntario, Luis Ayala y Sergio Valiente compartieron el orgullo, el sacrificio y la profunda vocación que sostienen a una de las instituciones más valoradas por la comunidad.
Este 2 de junio se conmemora el Día del Bombero Voluntario en Argentina, y en Pueblo Esther no es solo una fecha simbólica: es una oportunidad para reconocer el trabajo diario, silencioso y vital de quienes arriesgan su vida al servicio de los demás. En una cálida charla con Radio Enlace, Luis Ayala y Sergio Valiente —referentes del cuartel local— contaron cómo viven esta jornada especial y repasaron el camino recorrido por la institución y sus integrantes.
“El acto oficial va a ser el domingo a las 11 de la mañana”, anticipó Sergio Valiente, actual jefe del cuerpo activo. Aunque prefirió no adelantar detalles, dejó entrever que habrá una sorpresa para la comunidad, como gesto de agradecimiento por el apoyo constante. El cuartel de Pueblo Esther está integrado actualmente por 23 bomberos voluntarios, entre ellos ocho mujeres, incluyendo una médica y una psicóloga. “Tenemos un cuerpo activo muy profesionalizado, con un fuerte compromiso”, destacó Valiente.
Luis Ayala, quien formó parte del cuartel desde sus inicios y hoy ocupa un rol de coordinación a nivel provincial, repasó los logros recientes y el crecimiento institucional. “La provincia de Santa Fe se ha convertido en una de las federaciones más fuertes del país”, remarcó con orgullo. El dato no es menor: hoy la provincia cuenta con 4.200 bomberos voluntarios y ha logrado certificaciones clave en normativas internacionales como INSARAG (Búsqueda y Rescate Urbano), algo que colocó a Santa Fe en la vanguardia nacional.
Ayala resaltó también la participación de brigadas santafesinas en catástrofes de escala nacional, como los incendios forestales del sur del país, y subrayó el respaldo que el cuartel de Pueblo Esther ha recibido tanto de la comunidad como de los distintos gobiernos locales. En ese sentido, el reciente convenio con la Municipalidad, que incluye provisión de combustible para los móviles y comodato del espacio físico donde funciona la central operativa, fue señalado como un paso importante.
“Los camiones consumen mucho y tener garantizado el combustible es fundamental. También que nuestros bomberos puedan entrenar en la pileta municipal, todo eso suma”, explicó Sergio Valiente.
Otro punto clave abordado fue la necesidad de financiamiento sostenido. Si bien se trabaja en una ordenanza que permita crear un fondo específico a través de la Tasa General de Inmuebles o mediante el cobro de inspecciones de habilitaciones comerciales, el proyecto aún está en elaboración. “Estamos buscando la forma de que no impacte negativamente en los vecinos, pero es imprescindible contar con un fondo estable para reponer materiales y garantizar operatividad”, señalaron.
Ambos bomberos compartieron también sus historias personales de cómo llegaron al cuartel: Sergio con solo 15 años, impulsado por la curiosidad y el ejemplo de otros jóvenes; Luis, en secreto, escapándose en bicicleta para formarse hasta que su familia lo descubrió. Hoy, el primero es jefe de cuerpo activo y el segundo, su padrino institucional y mejor amigo. “Compartimos la vida”, dijeron. “Vamos de vacaciones juntos, trabajamos juntos, somos familia”.
Luis Ayala también fue parte de operaciones de gran impacto como el incendio de calle Salta en Rosario, los incendios de las islas, el derrumbe de Villa Gesell, entre otros. “Para mí ser bombero es todo. No podría estar en otro lugar. Me ofrecieron otras cosas, incluso políticas, pero mi lugar es este”, confesó emocionado.
La entrevista también abordó temas sensibles como la salud mental de quienes están expuestos a situaciones traumáticas. En ese sentido, valoraron contar con el acompañamiento de una psicóloga institucional, Ana Tomé, y destacaron la importancia de cuidar también a quienes cuidan. “Cuando todos salen corriendo, nosotros tenemos que entrar”, resumió Ayala. “Y eso no se sobrelleva sin contención”.
El cierre fue tan humano como simbólico. “Bomberos ve lo que nadie quiere ver, toca lo que nadie quiere tocar, siente lo que nadie quiere sentir”, repitieron. Y, aun así, siguen allí. Siempre dispuestos. Siempre presentes. En cada incendio, en cada rescate, en cada llamado de emergencia, sosteniendo una vocación que no se enseña: se lleva adentro.
En su día, el aplauso y el reconocimiento no alcanzan. Pero son un modo de decirles, una vez más: gracias.
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